| Él vino a Belén para quedarse con nosotros para siempre. | |
| Adviento. Jamás debemos sentirnos solos. Dios está cerca de nosotros, se ha hecho uno de nosotros, naciendo de María. | |
"El reino de Dios está cerca. Estad seguros: no tardará" Estas palabras, expresan el clima, impregnado de ferviente esperanza y oración, de nuestra preparación para las fiestas navideñas, ya cercanas. El Adviento mantiene viva la espera de Cristo, que vendrá a visitarnos con su salvación, realizando en plenitud su reino de justicia y paz. La conmemoración anual del nacimiento del Mesías en Belén renueva en el corazón de los creyentes la certeza de que Dios cumple sus promesas. Por tanto, el Adviento es un fuerte anuncio de esperanza, que toca en lo más hondo nuestra experiencia personal y comunitaria. Todo hombre sueña un mundo más justo y solidario, donde unas condiciones de vida dignas y una convivencia pacífica hagan armoniosas las relaciones entre las personas y entre los pueblos. Sin embargo, con frecuencia no sucede así. Obstáculos, contrastes y dificultades de diversos tipos abruman nuestra existencia y a veces casi la oprimen. Las fuerzas y la valentía para comprometerse en favor del bien corren el riesgo de ceder ante el mal, que parece triunfar en ocasiones. Es especialmente en estos momentos cuando viene en nuestra ayuda la esperanza. El misterio de la Navidad, que reviviremos dentro de pocos días, nos asegura que Dios es el Emmanuel, Dios con nosotros. Por eso, jamás debemos sentirnos solos. Dios está cerca de nosotros, se ha hecho uno de nosotros, naciendo de María. Ha compartido nuestra peregrinación en la tierra, garantizándonos la alegría y la paz a las que aspiramos en lo más íntimo de nuestro ser. Al hombre, que busca la comunión con Dios, el Adviento, y sobre todo la Navidad, le recuerda que es Dios quien tomó la iniciativa de salir a su encuentro. Al hacerse niño, Dios asumió nuestra naturaleza y estableció para siempre su alianza con la humanidad entera. Por consiguiente, podríamos concluir que el sentido de la esperanza cristiana, que el Adviento nos vuelve a proponer, es el de la espera confiada, la disponibilidad activa y la apertura gozosa al encuentro con el Señor. Él vino a Belén para quedarse con nosotros para siempre. Alimentemos, por tanto, amadísimos hermanos y hermanas, estos días de preparación inmediata para la Navidad de Cristo con la luz y el calor de la esperanza. ¡Feliz Adviento! y ¡Feliz Navidad a todos! |
martes, 4 de diciembre de 2007
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No llores si me amas,
Letanías de la Humildad (del Cardenal Merry del Val)
ORACION PARA EL ANGUSTIADO
Padre Celestial, que nos has dado el don de la libertad para amar y seguir Tus caminos y mandamientos: Perdona a aquellos padres que abusando de esta libertad destruyen el don de la vida que Tú le has dado a sus hijos.
Oración por las almas del Purgatorio 
Oración por la familia de Juan Pablo II
matrimoniales
La bendición
JACULATORIA A LA VIRGEN
Jesús, no tienes manos.
Ven Espíritu Santo, ven Espíritu de amor y de luz, restaura Tú que conoces los secretos del alma. Ven Espíritu Santo y actúa con poder. Hagámoslo a nuestra imagen y semejanza, Dios dijo. Bendigo mi vida en el vientre de mi madre. Bendigo el amor de mis padres, bendigo el momento en que fuí concebido, si fuè en pecado, resultado de la pasión, fuera del matrimonio. Te pido Señor sanes la culpa, miedo, angustia. Sana todo, Señor. Bendice mis primeros momentos el sentido de rechazo cuando mi madre supo que había vida en su vientre. Pues vine en estorbo. Mi padre me rechazó, no quiere aceptarme, hablaron de abortarme. Bendice y sana esto, Señor. Sana mi sentido de autodestrucción, de indignación y miedo a la vida. Mi mamà enferma en la gestación, con miedo a que no naciera. Sana Señor ese miedo a no nacer. Sana la timidez desde el vientre de mi madre. Sana la violencia de mi padre a mi madre, sana la ira, el golpe, el rechazo. Sana Señor, la tristeza, el rechazo, la ira en el vientre de mi madre. Si mi mamà fuè abandonada, sana ese rechazo; pues yo también fuì abandonado. Si la situación económica difícil, me faltó alimento. Dame fortaleza, vigor y energía Te pido Señor que en el momento del parto sanes la angustia, pues es antes de tiempo. Por eso siempre estoy apurado, porque fuè el parto difícil y largo. Sana Señor la impotencia de no poder nacer. Sana Jesús el rechazo por mi sexo, esperaban un hijo de otro sexo, por eso me comporto indebidamente. Sana Señor, ese rechazo. Sana Señor, ese momento en que no era adecuado para dar gusto a mis padres, por culpa de mi sexo. Sana todo eso Señor. Sana Señor mi complejo de perfeccionismo para sanar a mis padres. Sana las heridas pues me hicieron fórceps. Recíbeme Señor en Tus brazos dulces y seguros. Dame Tu amor, dame la bienvenida Jesús. Sana Señor, el celo de mi hermano, porque le quité el puesto. Sana el ambiente de discusión, la falta de respeto. Como en la Sagrada familia dame Jesús, paz y tranquilidad. Sana Señor el celo, la culpa reprimida. Me perdí, salí de mi casa. Señor tómame de la mano y llèvame a mis padres. Los amigos del colegio, se burlan de mí, sana Señor esa ira y burla reprimida. Me pellizcan, me quitan mis juguetes, sana la soledad y miedo. Libérame Señor, cárgame en Tus brazos, hazme sentir seguro contigo, Señor. El acoso sexual del que fuì objeto, no podía contarlo a mis padres, ni a nadie; me tenían bajo amenaza, del mismo sexo o de otro sexo. Sana el miedo Señor. Señor Jesús corrige al agresor, no lo condenes; pero corrìgelo Señor. Sana Señor los cambios de mi cuerpo, me siento feo, sana la vergüenza de mis cambios. Sana mis enemistades, a los que me han traicionado. Sana Señor las heridas de infidelidad y llena mis heridas de amor. Señor, la muerte visitó mi hogar; sana esa herida, la soledad, el temor. Sáname Señor; Tú llorastes a Lázaro, Tú llorastes a José, Tu papá. Envuelve este sentimiento en bálsamo de amor. Sana la soledad de la vejez, el estorbo, la marginalidad. Te entrego todas las situaciones dolorosas de mi vida. Ven Espíritu Santo y satura todas estas heridas en Tu amor. Señor te he dado mi libertad, mi paz; he roto Tus cadenas, permanece en mí, porque yo fuera de Tì, volvería al dolor y a la tristeza.

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